sábado, 7 de enero de 2012

UN CAFÉ.











Foto tomada por: 
Julian Pérez

Segunda  parte:

Ese día tal vez el sol brillaba con más intensidad, era un sol color rojo escarlata, como los soles de sus sueños, y los caminos dispersos se juntarían para trastornar las trayectorias de dos almas complementarias; en el mismo lugar de siempre estaba ella, cumpliendo su rutina, persiguiendo sus impulsos, ignorando que el también frecuentaba ese lugar sólo para verla, le sucedía exactamente lo mismo, sabía que estaría ahí, él la buscaría, la había buscado siempre, esta vez sería diferente, ya no estaría sin estarlo, estaría junto a ella.

 fue así como después de de tanto pensarlo, saco de su espíritu ridículo y bohemio la fortaleza para aliarse con el destino fanfarrón, darle  la razón a una sublime coincidencia que sería el punto de partida en la escritura de una predecible historia 

Después de un par de palabras motivadas por su ansia necia de conocerle, acudió a su habilidad simpática de entablar una conversación amena para terminar justo en esa misma mesa compartiendo con ella un café, sintió con esto alivio en la voluntad y en la consciencia, tranquilidad y regocijo en el lugar donde se generan los impulsos nervioso y un montón de  inexplicables sensaciones en los rincones del pecho.

No entendía  por qué razón aún sin conocerla su mente ocupaba gran cantidad de tiempo imaginándole, no comprendía porque la fuerza de gravedad se alteraba cuando pensaba en ella y porque sentía deseos por escudriñar y disfrutar hasta los detalles mas minimos de aquella figurita hecha mujer.

Pinceladas extraordinarias en su rostro y hasta en sus palabras. Lo más desvariarte de este asunto es que ni siquiera pensaba en ello, ignoraba todos los porque que revoloteaban como moscas martillando su sensatez, no podía dedicarse a responderlos,  quería escucharla, sentir su aroma, ahora el estaba ahí, sin seguridad alguna de ser visible para ella, a riesgo de se abatido por los choques eléctricos que se producían entre los músculos de su corazón.

Decidido a conocerle a partir de ese momento porque tal vez seria ella lo que siempre esperó y nunca indago, a pesar de sentirse en peligro,  quería simplemente entregarle su pensamiento despojado de cualquier vestidura, de cualquier camuflaje


Justamente en  un pleno descubrir de ese tiempo y ese espacio que desde hace mucho ya era sólo de los dos, encajaban poco a poco una vida con la otra abrigados por las casualidades de los gustos parecidos y el disfrutar de los colores comunes, para ambos resulto ser un misterio el momento en que empezaron a buscarse, no se habían percatado de ello, simplemente dirigían sus cuerpos y esencias cada vez más cerca el uno del otro, por inercia, por habilidad del cosmos, él con su cálida voz dejaba extasiados sus oídos, ella regalaba a cambio suspiros y palabras escritas por una pluma embriagada en idilio

Así pasarían innumerables días, más allá de la realidad, más allá de lo perfecto, en el mismo lugar como testigo de aquella magia, encuentros buscados, tardes dotadas de hermosura, ella y él.

Que barbaridades las que habían llegado a su mente sin previo aviso para lanzarse encima como una tonelada de ideas bombardeando su cerebro a quema ropa, vaya sensación tan perturbante y despiadada tal vez por el exceso de cafeína,  tan aguda y perspicaz que había alterado notablemente el ritmo cardiaco, letal encuentro, complot del destino.

El sentir  se salía con la suya mientras que su organismo escaseaba ya en adrenalina, era más que claro que la órbita en la que comúnmente habitaba ahora cambiaba de rumbo y  lo único que alcanzase a percibir con claridad por esos momentos eram las extrañas señales distribuyéndose por su cerebro, tal vez parecía demasiado tarde para volver de nuevo a la realidad que hasta la había contenido.

Nnunca supo a ciencia cierta porque en un fugaz soplo de tiempo esa mirada profunda envenenó su alma, aquel instante de majestuosidad indescriptible había marcado el curso de una historia burlando sínicamente el hilo de este guión,  comprendió por primera vez que en cuestión de minutos las debilidades se apoderan de la existencia y lo que parecía indomable queda relegado sin previo aviso.

Se sentía débil, tan débil y minúscula al no controlar los pensamientos que se habían volcado a un abismo distinto, tan distinto que  ahora todo el universo se veía atreves de esos ojos verdes oliva tan vivos y mágicos como las ganas de verle otra vez

Pobre criatura insignificante, de espíritu vivaz e inquieto,  acostumbrada a dominar fortalezas con el poder de su mirada, descubrió sin pensar, el impacto que causaba dejar que esas pupilas doradas penetrasen su alma sin haberle informado, ella estaba ahí, bajo el olor a madera vieja recién pintada,  cautivada por aquella sonrisa un poco fugaz que no le permitía acudir a llamado alguno, ni siquiera al llamado equilibrado de su propia conciencia.

Llevaba sus zapatos de colores y un listón atado a su mano derecha, no pensaba en otra cosa más que en buscarle e inspirada por los dioses que intervienen en asuntos como ese, confiaba plenamente en escuchar los pasos que le traerían de vuelta la gloría, verle llegar, verle ahí…

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